martes, 29 de mayo de 2018

Se me olvidó otra vez...

Música de mi infancia, con mi madre en casa, en el coche, contándonos que airosa caminaba la flor de la canela, o que el mismo cielo se estremecía al oír su llanto, y que en la casa había una ventana, y en la ventana una niña que las rosas envidiaban. Con Rosana nos contó que la noche era más fiel que oscura, y con Serrat cantó versos de Miguel Hernández. Entre tantas miles de cosas que caben en setenta años de carrera.

Un vibrato inconfundible, y una elegancia y una presencia imponentes. Acompañándonos en tantísimas ocasiones a mi madre y a mí cuando era pequeña que creo que me sé un buen número de sus canciones sin pensarlo mucho.

Esa paloma no es otra cosa más que su alma. 

¡Hasta siempre, gran dama! Aquí nadie se olvida.

I.






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