sábado, 3 de febrero de 2018

Desde la butaca...

[Llevo tiempo desaparecida, mil perdones]

El fin de semana en Porto, ha sido, como poco, épico. Encima tuve la inmensa suerte de poder pasar, por sorpresa, casi 7 horas con mi abuelo y mi madre, y eso ha sido un chute de adrenalina y de energía que me mantendrá cuerda hasta dentro de dos semanas que vuelva a tener una dosis de familia. Ese ha sido mi bono emocional de principio de año. 

Mi ausencia, para qué negarlo, se ha debido en gran medida a la intensidad de algunos momentos vividos en las últimas semanas, y a mi proceso de reordenar.  Al pánico a experimentar sentimientos y emociones de nuevo, y a la incertidumbre del qué pasará mañana. He decidido dejarme llevar, dejarlo fluir, y ya veremos que pasa.  Como dicen mis caballeros de reluciente armadura, para que las cosas salgan mal, sobra tiempo.

Últimamente parece que escribo desde lugares raros.  En el anterior post os saludaba desde un avión camino a Porto, ahora estoy en el Tanatorio de la Ronda de Dalt,  sentada en una comodísima butaca de cuero, acompañando a una amiga. En el mismo lugar que despedimos, demasiado pronto, a mi amiga E., hace ya más de tres años. La fortuna no ha permitido que sea en la misma sala, pero los recuerdos son intensos, y todavía me parece ver a sus padres totalmente rotos, a mis primeros compañeros y amigos, juntos después de muchos años sin vernos, contando anécdotas y sobre todo, sonriendo al recordar, al recordarla, en medio de todas ellas; con esa mezcla tan extraña de ternura, nostalgia y tristeza que sólo se da en momentos y lugares así.

Muchas veces, a lo largo de estos años,  desde que sucedió aquello, he pensado que, en cierto modo, E. se merece que deje mis miedos atrás. Que viva, que ría, que sea feliz, que sufra si toca; porque, conociéndola, con aquel humor tan suyo, tan joven, no me cabe la menor duda de que ella estaría haciéndolo a tope. 

Recordar es fácil, analizar y aprender de los recuerdos no tanto. Sacar lecciones valiosas de la vida es duro, pero tremendamente gratificante.

Por mi, la primera y más importante, por E., que nunca envejecerá (por desgracia), por los que me rodean (cerca o lejos), voy a salir de este tedio que arrastro hace años y dejar de sobrevivir para vivir a tope, y lo que tenga que ser, será. Me muero de ganas de que llegue el futuro.

Queda por escrito. Va por ustedes. Va por tí, que sé que estás al otro lado leyéndome.

I.