martes, 15 de mayo de 2018

La comida de mamá...

Hoy tengo mono de mi madre. Pues como siempre, diréis... Pero hoy, sobre todo, tengo mono de la comida de mi madre. 

Me encantaría llegar a mi casa hoy y tener un surtido de tupers de mamá, como muchos de vosotros, malditos, que leéis a la abajo firmante, tenéis en vuestra nevera o congelador. Albóndigas, croquetas, buñuelos de bacalao, pollo relleno, tortilla de patatas, salmón marinado, los canelones... Hasta echo de menos las judías, mirad lo que os digo.

Y ya no quiero ni pensar en los dulces. Sobre todo en ese brioche que hace como nadie, o en el bizcocho de naranja (mi bizcocho favorito por siempre jamás), en las rosquillas, la crema pastelera... En el flan no. El claro favorito es el de mi tía y su bomba de veinticuatro yemas, pero hoy tengo ganas de comida de mamá...

Tengo el mal de la nostalgia gastronómica, y eso, amigos, mezclado con el síndrome premenstrual, es lo peor del mundo. 

No veo el momento de llegar a mi casa para lloriquear a mis anchas, mientras me hago el tuper de mañana, con Rigodón mirándome sin entender nada subido en el mármol de la cocina, y dándome en el brazo con la patita. El pobre, me quejo de él, y tenemos nuestras diferencias, pero tiene una paciencia y unas reservas de mimos con los que obsequiarme monumentales, aunque lleve los antebrazos llenos de marcas. 

Parte positiva (que todo la tiene): Hemos estado juntas el Día de la Madre, y eso ha sido lo más. Bueno, eso, y las cincuenta croquetas que frió y engullimos el primer domingo de mayo como si se acabase el mundo... Si es que no tenemos medida...

...Y los pantalones, que, sin explicación alguna, siguen haciéndose grandes, cuando lo que deberían es menguar... 

I. 




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