jueves, 26 de abril de 2018

La manada...

Hoy se ha leído, a las 13 horas, la sentencia a "La Manada". Jurídicamente, una aberración y un sinsentido; emocionalmente, como mujer, un jarro de agua fría y una broma de pésimo gusto. 

Vivo, vivimos en un país donde que te cojan cinco animales, y te metan en un portal, y hagan contigo lo que les dé la gana, lo graben con sus móviles para regodearse en su crapulencia y hacerse los importantes delante de otros de su misma calaña, no se considera violación, sino un simple abuso. 

Vivo en un país donde, para la Justicia (me parto de risa al escribir esta palabra), considera que el NO de una mujer, mi propia negativa, no significa resistencia, no vale nada. 

Vivo en un país en el que, al verse una mujer, en inferioridad de condiciones ante cinco bestias dispuestos a agredirla gravemente, y quedar paralizada por el miedo y no defenderse, se considera que no opone resistencia, y que disfruta del acto, de la agresión. 

Vivo en un país que me invita a tener miedo por vivir sola, y volver sola a casa, por no saber si, en la siguiente sombra, tendré mi desgracia acechándome. 

Vivo en un país de mierda que me asquea y me avergüenza profundamente. 

La Manada somos nosotras, las mujeres que, por necesidad, por orgullo, debemos seguir siendo valientes (que no libres) que, a pesar de que la Justicia no está de nuestra parte, vamos a seguir saliendo a la calle y enseñándole los dientes a la vida. 

No tenemos dueño, somos nuestras. Nosotras decidimos. Y, por supuesto, no estamos solas. 

No es No. Y punto. 

I. 




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