miércoles, 25 de abril de 2018

Esas pequeñas cosas...

Hoy estoy contenta, pese a que los motores, como os comentaba en mi última entrada, todavía siguen en el taller. En mi mente se ha instalado una cuenta atrás que me llena de alegría. Y hoy eso pesa más que la angustia y la incertidumbre.

Hoy tengo que regresar por la noche muy cerca del lugar donde paso tantas horas al día, pero no regresaré sola a casa. Estará mi hermano, mi más leal compañero de aventuras.

Tengo en mente un montón de planes y de cosas que me gustaría que hiciéramos estos nueve días que vamos a compartir, de las que luego, como somos unos vagos, no hacemos ni la mitad. Pero da igual. Viene de camino mi medicina, mis puntos de sutura y mi bálsamo. Aunque luego la cuenta atrás vuelva a empezar. 

Este año, la verdad, es que está siendo un año de esperas. Esta, una de ellas, sólo una, llega a su fin hoy. No deja de ser gratificante, la verdad, aunque hay ciertos temas que me gustaría ya dejar de esperar, y dejar de aguantar el tipo, estar en vilo, empujar el muro de hormigón, alisando el rizo. Y sobre todo, esforzándome en no agotarme, que todo llegue a buen puerto, y que pase lo que tenga que pasar.  De que las palabras se tornen verdades, y las verdades, oportunidades, y las oportunidades, felicidad, que ya tocaría.

Mi karma, mi paciencia, y mi salud mental lo piden ya a alaridos. Hace ya tiempo que dejaron de gritar.

I.



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