miércoles, 17 de enero de 2018

Poison, que no es lo mismo que poisson...

["¡Vaya, qué semanita está teniendo ésta!", estaréis pensando, con dos entradas tan seguidas. Pues sí, no os falta razón. ¡Al lío!]

El veneno y la maldad en la gente es algo que nunca he llegado a entender ni a encajar bien del todo. Sobre todo si ese veneno y esa maldad tienen consecuencias para los demás. Y ya si es por pura diversión y regocijo grupal, ya es que me desorino toda.

¿Menudo humor traigo, eh?

Mi madre, mujer del Norte, sabia e íntegra, me ha intentado inculcar siempre que se le debe dispensar a los demás el trato que uno mismo espera recibir, que las mentiras hieren, y que el hacerle daño a los demás es algo que, tarde o temprano, acabas pagando con intereses. Aunque la espera sea larga... ¡y vaya si se hace larga!

Os estaréis preguntando, limitados y selectos lectores (aunque algunos de ellos ya lo saben - ¡hola R., hola D.!) a qué viene todo esto. Pues bien, hoy me siento en el deber moral y en la obligación de invitaros a la reflexión. Primero en la filosofía de mi madre, que me ha repetido hasta la saciedad; aunque la conozco, y, al igual que mi hermano, sé que tienen ambos un mosqueo de aúpa. Segundo, que yo hay gente a la que no entiendo, ni qué ganan con sus acciones, ni con sus ceremonias rituales de cotilleo y palmaditas en la espalda grupales, ni de aplausos y vítores. Sobre todo cuando se trata de jugar con el pan de los demás, por pura confirmación y alimentación de ego. Si alguien tiene la respuesta, ruego, por favor, que me ilustre con su comentario al final del presente post.

Soy perfectamente consciente, porque ya tengo una edad respetable, de que hay maldad en el mundo, y que la vida no está llena de purpurina y unicornios. Lo tengo presente, no soy idiota (creo). Pero ello no impide que siga escandalizándome. Tristemente, lo que más me escandaliza es la mediocridad y el compadreo, y así, la abajo firmante, y los de su especie (gente con valores, ya sabéis), nos llevamos los disgustos que nos llevamos a veces. 

Pero bueno, fuera dramas, vamos a sacar la parte positiva a todo. Y es que la gente con valores, y que, como a la abajo firmante, le gusta dormir tranquila por las noches, sin necesidad de aprobación de la manada ni de fanfarronear, solemos juntarnos entre nosotros. Todo en la vida es para bien, y esa es la parte positiva. 

Y como hoy me ha dicho un amigo recién adquirido (¡hola T.!) del que, estoy segura que, como del resto de mis amigos, voy a aprender un montón, "en cualquier momento, el caballo se desboca por sí solo". Únicamente queda (saber) esperar. 

Aprovecho desde aquí para recomendaros el fabuloso libro "Maldito Karma" de David Safier, que a parte de divertiros unas horitas, os hará reflexionar y hacer un examen de conciencia bastante interesante. 

Os dejo con vuestros quehaceres, bastante más interesantes, seguro, que leer esto, deseándoos que acabéis de pasar una buena semana... ¿Os he dicho ya que en dos días vuelo a Porto? No veo el momento...

¡Ah!  Y de poner la otra mejilla, ni hablar. Eso no se hizo para mi. 

I. 














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