martes, 20 de noviembre de 2018

Noviembre...

Noviembre es uno de los meses que menos me gusta del año. Nos bombardean con la Navidad ya de forma intensiva, una vez pasada la fiebre del Halloween, y ya sabéis los que me leéis, que yo soy bastante Grinch. Además, ayer hizo 4 años que E. dejó de envejecer, y, pese a que ya sonrío al recordar cosas de cuando éramos niñas y compartíamos nuestro día a día, no deja de entristecerme el hecho de pensar todo lo que no está pudiendo vivir, y yo sí. 

Ya que soy la mujer invisible, y más desde hace unos días, mis amigas tienen familia, marido o viven en pareja, la verdad es que tengo mucho tiempo para mi los fines de semana. Hago cursos online, me hago alguna maratón de Netflix, y cosas así. Vamos, que me he quedado descolgada del resto. En realidad, digan lo que digan, y que quien no lo vive se piensa que mi situación es la panacea, nada más lejos de la realidad. Es bastante difícil tener 30 y pocos y ser soltera. Más luego todo el lastre que llevo en la mochila, que con paciencia y ayuda empiezo a soltar. Pero creo que no es fácil calzarse mis zapatos. 

La verdad es que hoy no tengo nada buen día. Estoy en "esos días", y tengo las hormonas revolucionadas, lo que me ha hecho llorar sin motivo ya a primera hora de la mañana de forma inconsolable. 

A principios de año, dije que este 2018 iba a tener los brazos bien abiertos, tanto para recibir lo que tenga que llegar, como para dejar ir lo que deba marcharse... Pero, cómo cuesta desprenderse de aquello a lo que tienes cierto apego. 

Me repito como un mantra eterno en mi cabeza que todo es para bien. Y que el karma tanto premia, como castiga (sobre todo esto último, y rápido, y no hablo por mi). Lo del premio va algo más lento... Pero, eso, todo es para bien. 

Por cierto, remitiéndome al post anterior, mi preciosa N., ya confirmado, va a tener un hermanito varón, M. Deberíamos haber hecho una porra... 

I.


No hay comentarios:

Publicar un comentario